Este tipo de limpieza se enfoca en tratar un poco más allá de la superficie. Inicie con una limpieza profunda del rostro, eliminando impurezas y restos de maquillaje. Posteriormente, se realiza una exfoliación más intensa, que puede incluir productos enzimáticos o mecánicos. Se aplica vapor durante más tiempo para abrir bien los poros y se procede con la extracción manual de puntos negros e impurezas. Se utilizan tónicos calmantes, mascarillas específicas para tratar problemas como grasa, resequedad o sensibilidad, y se finaliza con sérums hidratantes o revitalizantes, junto con crema y protector solar.

La limpieza media es ideal para personas que, aunque no tienen acné severo, sí presentan acumulación de impurezas, piel opaca o textura irregular. Es una opción intermedia entre una limpieza suave y una profunda, y es fundamental para mantener la piel oxigenada, libre de obstrucciones y con mejor capacidad de renovación celular. Es muy recomendado para pieles que han estado expuestas a ambientes contaminados o estrés.

Este tratamiento logra que la piel se vea más uniforme, suave y con una mejora visible en la textura. Reduce los poros dilatados, minimiza los puntos negros y ayuda a regular la producción de grasa. También mejora la eficacia de otros tratamientos como hidrataciones profundas o tratamientos antiedad. El rostro luce más fresco, descansado y equilibrado.